Que los menores tengan derechos es algo que nadie discute, especialmente el de la educación. Pero… ¿Tienen derechos sexuales?
Hoy en día se están introduciendo una serie de derechos de los niños que antes, hace unos años, eran inexistentes por medio de su derecho a la educación, pero si nos ponemos a analizar ese derecho, estoy segura que más de uno podría sorprenderse.
Dentro del derecho a la educación encontramos los derechos sexuales.
La Ministra de Igualdad española, Irene Montero, lo dejó bien claro hace poco ante los medios de comunicación y la perplejidad de millones de españoles: “los niños, las niñas y los niños tienen derecho a tener relaciones sexuales con quienes les de la gana… siempre que haya consentimiento… independientemente de quienes sean sus familias”
Actualmente la práctica sexual en los niños se defiende porque se considera un derecho de ellos. Derecho a disfrutar de su cuerpo, del placer, el gozo y a tener relaciones sexuales consentidas. ¿Se debe considerar realmente un derecho?
En la Edad Media, los niños eran considerados “adultos pequeños”. Hasta finales del siglo XIX la idea de que los niños tuvieran algún tipo de derechos era prácticamente inexistente. Era normal que trabajaran, compaginado el trabajo en ocasiones con la escuela, si tenían la suerte de asistir.
A partir de 1841, las leyes comenzaron a proteger a los niños en su lugar de trabajo y, a partir de 1881, las leyes francesas garantizaron el derecho de los niños a una educación.
Por fín, el 16 de septiembre de 1924, la Liga de las Naciones aprobó la Declaración de los Derechos del Niño (también llamada la Declaración de Ginebra), el primer tratado internacional sobre los Derechos de los Niños.
Actualmente ha llovido mucho desde esa situación en la que los niños estaban sumergidos. Es más, nos parece escandaloso. Sin embargo, no podemos olvidar que aún hay países en los que los niños son forzados a trabajar durante muchas horas en fábricas, en condiciones inhumanas, para, por ejemplo, hacer las zapatillas de deporte que llevamos puestas.
Hoy me voy a centrar en los derechos sexuales y educativos.
Aparte del derecho que tienen los niños a recibir una formación intelectual integral, que les ayude a integrarse en la sociedad, encontramos el derecho a la educación sexual. Y aquí es donde está el problema.
¿Deben los menores tener derechos sexuales?
Desde finales del siglo XX y principios del XXI, mediante las conferencias internacionales de la ONU, se empezó a gestar la idea de los derechos sexuales de adultos para más tarde introducirlos en los niños.
Mediante la ideología del género que apareció en esas conferencias, los grupos de colectivos homosexuales y feministas, comenzaron a exigir derechos para ellos.
De esta manera este derecho se refiere al derecho humano reconocido a expresar la propia sexualidad sin discriminación por motivos de orientación sexual. El derecho a la sexualidad reconoce el derecho a la libertad de orientación sexual de las personas y su diversidad, así como la protección de esos derechos sexuales.
A su vez, este derecho a la educación va unido a los derechos de salud sexual y reproductivos.
Este derecho se refiere a gozar del derecho del aborto y el uso de métodos anticonceptivos para evitar embarazos, pero sí gozar de relaciones sexuales placenteras, haciendo hincapié en las que no tienen coito para evitar el embarazo tan temido.
Hasta aquí no habría ningún problema si no llega a ser por un pequeño detalle. Y es que estos derechos se están imponiendo por ley a toda la sociedad, no solo a los adultos que pueden hacer lo que consideren. Se está enseñando a los niños en las escuelas. Se introduce mediante programas hipererotizadores de los menores. Comenzando por infantil hasta la universidad, todo el sistema educativo está impregnado.
Sostienen que es un avance para la sociedad, pero la realidad es que cada vez hay más depresiones, embarazos y suicidios entre adolescentes ¿eso es avance?
El pretexto para impartir esta educación es protegerlos de embazados a tempranas edades, cosa que está aumentando en proporción directa con esta hipersexualización. Para protegerlos de las enfermedades de transmisión sexual, lo cual también está sufriendo un terrible aumento o evitar que sufran abusos de depredadores infantiles, pero la realidad es que cada vez más adolescentes ejercen actos violentos sexuales con menores o caen presos de adultos pederastias por la hipersexualidad a la que se les está induciendo.
En España llevábamos años presenciando que en los centros educativos y universitarios, se dan charlas, se asiste a teatros… todo con perspectiva de género enseñando el amor libre. Estas actividades están organizadas por lesbianas, homosexuales y transexuales que desean ser reconocidos y visibilizados por la sociedad. Y para ello no tienen otra cosa mejor que hacer que introducir sus ideas retorcidas de la sexualidad, en la mente de los más vulnerables: los niños.
Ahora, con la nueva ley educativa Lomloe, seguirán esas charlas, pero dentro de las aulas se hará obligatoriamente de forma transversal esta educación bajo el pretexto de sus derechos sexuales y educativos.
Si la sociedad ve normal que un niño con 10 años no está preparado para beber alcohol, para fumar, para ver películas violentas, para conducir, para quedarse solo cuidando a sus hermanos, para coger un medio de transporte sin compañía de adultos o mil detalles más. ¿Por qué hemos de asumir que sí lo está para tener relaciones sexuales?
Como es de esperar, los niños en esas edades tienen ganas de jugar. Pero ahora juegan de otras maneras. En las clases de educación afectivo sexual que, tan generosamente quieren darles a todos los alumnos desde los 3 años, muchas veces se les enseña que es bueno y natural que jueguen a tocar el pene o la vulva de sus compañeros, que tengan relaciones con ellos indistintamente de su sexo y que se toquen así mismos fomentando la masturbación…
Por lo cual estamos ante la realidad de ¡¡niños que JUEGAN a tener SEXO con sus amigos!!.
Los niños no están preparados psíquica y físicamente para tener relaciones sexuales. No son suficientemente maduros para decidir sobre sus decisiones, ni para tener relaciones sexuales consentidas que pueden incluir con adultos, y mucho menos, si estas decisiones suponen una intervención quirúrgica como lo se les induce a hacer mediante la educación en la diversidad de género que incluye la transexualidad infantil.
Los menores tienen derecho a una educación sexual, pero siempre y cuando respete las convicciones morales y religiosas que cada familia vea conveniente.
Estemos atentos a lo que les enseñan en los centros educativos o podremos lamentarlo. Protejamos a los hijos de las garras ideológicas que pueden destruir su alma para siempre.
Un saludo, la Paz y hasta muy pronto:
ALICIA BEATRIZ MONTES FERRER