Buenos días.

En esta mañana, podemos y debemos felicitarnos, por una razón muy importante.

Estamos aquí ejercitando un acto cívico un derecho constitucional importantísimo.

Nada más y nada menos que ejerciendo nuestra libertad de expresión y de concentración.

Solamente por esto que puede parecer poca cosa, ya deberíamos estar muy satisfechos de lo que tenemos en este maravilloso y hoy democrático país llamado España.

No solamente nosotros debemos alegrarnos, también los que piensan diferente deberían alegrarse de este acto cívico, porque mañana podrán ser ellos los que ejerzan este derecho sano y saludable para la democracia y para la libertad.

No obstante, se avecinan tiempos difíciles para esta tan querida libertad.

El Estado ya sin ningún disimulo, se ha echado en brazos de una ideología, con sus dogmas indiscutibles, con su doctrina inapelable.

El Estado por lo tanto ha roto su obligatoria neutralidad para adoptar la Ideología de Género como la doctrina oficial.

Algo así como una nueva religión.

De tal modo, que todas las instituciones y organismos públicos promueven sin recato esta ideología.

La financian con dinero público a espuertas, premian a los que la adopten y desarrollen y legislan para penalizar a todos los disidentes y a quienes discrepen de este pensamiento único.

De tal modo que ya nada está a salvo de este dogmatismo.

En los deportes, en los espectáculos, en las fiestas populares e incluso en tradiciones tan antiguas y queridas como la Navidad ya tenemos esta imposición ideológica implacable.

Con la pretendida excusa de querer buscar el bien y la no discriminación, hacen exactamente lo contrario de lo que predican y censuran la libertad de modo coactivo.

Nada tiene que ver la justa y legítima búsqueda de la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres, es decir el feminismo de equidad con este disparate que es el feminismo de género y la promoción de esta ideología falsa y anticientífica en todas sus vertientes.

Pero no contentos con dilapidar el dinero público en ideas absurdas, ahora tergiversan la Navidad y nos presentan a las reinas magas destruyendo siglos de tradición de muchas generaciones, ahora con esta ideología destrozan lo más bonito y sagrado: La inocencia de los niños.

Si la señora concejala, quiere redefinir, que redefina, pero por favor a sus hijos, no a los míos.

Y si quiere meter a las reinas magas en su casa, y a santa Josefa, y al vírgeno Marío y a la niña Jesusa, o poner en su lugar al ratón Mickey, por mi puede hacer lo que le parezca oportuno. Pero le ruego por favor que a los demás, nos deje en PAZ.

Al fin y al cabo la Navidad siempre fue símbolo de PAZ, antes de que estos personajes, estos mesiánicos concejales y políticos en general decidieran redefinirla.

Muchas Gracias.
Francisco Martínez Peñaranda. Presidente de la Asociación Libertas.

Por Libertas

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